Claros
Hay árboles
Que nacen con sus claros
Florecidos de misterio
Para que en ellos
Se pose sonriente la luna
El Gato Rio
Tengo un gato que
Todavía pequeño lo llevé
Conmigo a Mompós y desde
Entonces se la pasaba en la albarrada
Desde donde pretendía cazar
Al serpenteante Magdalena
Lo he llamado Río
Y me acompaña ahora
En Tolú apenas a
Dos cuadras del mar
Tengo la sensación que él
No ha olvidado el río
Y cuando conmigo o sin mí
Al mar se aproxima
Pareciera que bajo la ondular
Piel del agua alcanza a ver
El fluir de aquel río que pasa
Sin dejar de pasar
Él llega a mí como si fuera rio seco
Que flexible se pliega cómodo
A la zona de mi cuerpo
Escogida a capricho
Luego se tumba en el suelo
Dejando en abandono
Su tersa negrura.
Hormiga
La hormiga goza
Su vocación hacendosa
Y a priori sabe de los tiempos
De vacas flacas
Ella ha interiorizado hondo
El episodio desolador
De aquel paso de las langostas
Por su entorno…
Libido montaraz
El pato emerge eufórico de su laguna
Donde posó de ganso
Y reafirmando su andar asertivo
Sacude su apretado plumaje
Despidiendo torrente de estrellas
A las que el sol arranca destellos
Antes de desparramarse por los aires
Al no encontrar la pareja de su especie
Arremete y monta lo que se atraviese
Pavo, gallina o gallo
Y si bajara el negro carroñero
También lo acometería
Armado sólo de su libido montaraz
Sueños
Una vez despierto…
El sueño
Se echa a volar
Buscando tierra firme
Donde germinar
De perros a humanos
El perro conociendo algo de la condición humana
Con desparpajo derrocha equilibrio
Con tres de sus cuatro de caminar
Para enseñar a sus estúpidos amos
Marcar territorio sustituyendo
Las dentelladas del reino perruno
Por armas vomitadoras de fuego
Con lo que el vencedor Sapiens
Tiene por trofeo la muerte de su hermano
Así el hombre retorna
Al inframundo instintivo
Para imponer la ley de la selva
Dirimiendo hegemonía
En los avatares de la subsistencia
Traficando con las heces del diablo
Y deviniendo víctima
De la más sórdida miseria
Ramiro del Cristo Medina Pérez
Noviembre 9-2013
El universo conspira a mi favor cuando en el universo de la maraña virtual encuentro enredadas tus palabras. Nunca me prives de su agridulce placer. Se le quiere. Un abrazo enorme desde el Valle de Upar y entre la Serranía del Perijá. Con cariño una arbitraria mas.
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